domingo, 2 de mayo de 2010

¡Really!


Hay tantas verdades que no pueden ser expuestas ante el mundo, que el día en el que una de ellas irrumpe en las agradables vidas de las personas, éstas caen como si de bombas se trataran, explotando con toda su veracidad delante de todos. No sé qué me da más pena, si el hecho de que todo el mundo seamos inconscientes y ajenos a lo que surge a nuestro alrededor, o el hecho de que nos asustemos cuando por fin hemos abierto los ojos.

En algún momento de mi vida, experimente la cegera. No quería ver nada de lo que me rodeaba. La verdad me explotó en la cara y no la soporté. Creí que si no le hacía caso, todo pasaría, ella se olvidaría de mí y yo podría seguir en mi acostumbrada ignorancia, pero no. Ella se aferró a mi cuerpo con sus miles de tentatulos, sus garras, depellejándome la piel como si fuera su máxima entretenimiento.

Ahora miro otras personas y veo la ignorancia en sus ojos, en sus acciones, en sus palabras. Creen saberlo todo, y no saben nada. Se han creado su propia fantasía en la que ellos mismos son sus propios protagonistas y nada malo les puede pasar, sin embargo les pasa y todo es culpa de ellos, ciegos por su propio ego, pero aún así la culpa es del resto, de la gente que intentó abrirles los ojos... No sé si reirme o ponerme a llorar. Reír por lo patético que tiene que llegar a ser una vida, para llegar a tales extremos y llorar por la pena que me dan esas personas tan... fuera de sí.


Nadie dijo que caminar sólo fuera fácil, pero es lo que pasa cuando te engañas, y engañas al resto del mundo. Tu cara de perro malherido no va a salvarte esta vez, ni siquiera tus palabras cargadas de veneno incoloro... Aprended a vivir con lo que os ha tocado, quizás la próxima vez sepáis actuar como es debido.

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